lunes, 3 de noviembre de 2008

Inmersión en la intensidad

Acompañados del té, el ron y la crema de sardinas. La tan temida charla política se hizo presente. Mis ojos se cruzaron con los de mi querido y extrañado Teclas. Recordé aquel mayo, cuando desde el otro lado del mundo, me llamó para explicarme por que se caen las hojas en otoño.

Un día antes; nos habían recibido: la maternal sensación de humedad y el paternal olor a playa. En un frondoso Nido de La Florida, la Letona nos esperaba con su cuna fucsia. Reverenciamos a la Frida guardiana, esa que al cabo del tiempo, terminamos aceptando.

“Un artilugio para colgar el bolso” Lo soñé o estoy desvariando. Resulta que mi humanidad estaba tan desencajada, que de la noche anterior solo me quedaba esa imagen. Me resonaban las oportunidades de la Ciudad de Panamá y como recaudar impuestos ineficientemente. Lastimosamente, solo recuerdo, fragmentos de aquella bienvenida de nuestros compañeros en aquel paseo nocturno por la Alhambra.

Caminamos un tramo del Boulevard que perdió su ingenuidad. Según todos, ha cambiado. Sin embargo, esa transformación no lo ha salvado de la decadencia.

Esa mañana, Barba Roja, compañero-cofundador de la primera organización en la que milité siendo adolescente, nos había invitado a desayunar. Lo mismo de todos los días un COCO ¡Que lujazo!. Primero el agua y luego la pulpa. Desde su oficina; inhalamos, percibimos, observamos y nos fumamos las contradicciones de aquella gran urbe.

¡TOSTA!… me advirtió mi nariz. Al desconocer el 100% de los nombres propios mencionados en la tertulia, el Temible, prefirió zambullirse en los fogones y empezar a difundir la cultura gastronómica de su tierra.

“Bienvenidos a la realidad de un país”, profirió el Sortílego. En la tarde, se había presentado con una Margarita gigante. – Hablamos y hablamos -.Del mundo, de nuestras vidas, de su Aya Sofía y de la nuestra.

Junto a este hombre, recibimos a Sobria C.A. Proveniente de un viaje tremendo y de algunos trasnochos mal reposados. Con su voz de niña y su eterna disponibilidad, quien me ha aguantado tantas tonterías como los López, jajaja.

¡Oh Ladesco!, esa risa floja y cómplice, “en búsqueda del paraguas perdido”. No obstante, su rostro presagiaba cambios, como luego evidenciaron los hechos…

Un día lunes, cuanta generosidad de tiempo. Rodando. Pudimos ser espectadores de aquella gran Obra: el encuentro entre el Corsario y su primera lluvia tropical. Como viejos amigos se juntaron en una tarde normal: de atasco, sudor y amistad.

Foto: A. Vicent





2 comentarios:

bea dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
bea dijo...

Son otros sitios pero cuando escribes siempre los asocio con espacios compartidos.... bello, todo lo que escribes es bello... aun así me quede pegada con lo de la crema de sardinas!